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La primera noche de nuestra recién llegada ha pasado sin sobresaltos. Hemos cambiado solo uno o dos pañales y se ha agarrado al pecho como debía. De salud, todo perfecto.

Durante nuestro encierro hospitalario no hemos podido recibir visitas, así que nuestro día se reduce a:

  • Videollamadas con los abuelos.
  • Visitas de médicos y más médicos.
  • Millones de fotografías (me traje la cámara buena, y millones de cosas más).
  • Cambiar pañales.
  • Contemplar al bebé mientras se nos cae la baba.
  • Alguna cabezada.
  • Ver algún capítulo de alguna serie (también me llevé el iPad)

Y nuevamente digo, que menos mal que me llevé algo de comida, porque con el dinero que llevaba encima, solo me daba para comprar uno o dos menús (las cafeterías y restaurantes están cerrados y no puedo salir de la habitación para nada)